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Campaña #CrecíTrabajando: la historia de vida de Marcolina Infante (Perú)

3 de abril de 2025

El trabajo infantil en el sector doméstico es una de las formas más invisibles de trabajo infantil. En muchos casos, queda oculto dentro de los hogares, fuera del alcance de la inspección de trabajo y los sistemas de protección social. Además, afecta de manera desproporcionada a las niñas y adolescentes mujeres, perpetuando la división sexual del trabajo y limitando su acceso a la educación y otras oportunidades, tanto presentes como futuras.

Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Iniciativa Regional América Latina y el Caribe Libre de Trabajo Infantil*, poner el foco en esta problemática es fundamental para diseñar soluciones que retiren a las niñas y los niños de este trabajo y garanticen sus derechos.

Marcolina Infante, referente sindical y ex trabajadora infantil, comparte su historia de lucha y resiliencia.

Entrevistada

Marcolina Infante (Piura, Perú) es representante del Sindicato de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar de la Región Lima y activista por los derechos de las trabajadoras del hogar. Ha dedicado años a la lucha por los derechos de las trabajadoras del hogar, buscando transformar su experiencia personal en un espacio de apoyo y justicia para otras personas.

Una infancia interrumpida por el trabajo

Marcolina Infante nació en el norte del Perú, en un caserío llamado Ingenio, del Departamento de Piura. Creció en una familia numerosa, con una madre que trabajaba en el hogar para poder sostener a sus 12 hijos. En la adolescencia, Marcolina fue enviada a la ciudad para trabajar en el servicio del hogar, un contexto que marcó el inicio de su experiencia como trabajadora infantil.

"Cuando tenía 11 años, las camionetas llegaban los domingos al pueblo para llevarse a las niñas a trabajar a la ciudad. A mí me alejaron de la calidez de mi hogar, de los brazos de mi madre, para trabajar en una casa completamente desconocida. Así empezó mi historia como trabajadora infantil".

En un contexto completamente distinto a su lugar de origen, Marcolina fue asignada a diversas tareas del hogar dentro de una casa muy grande, como limpiar, lavar ropa y cuidar a otros adolescentes como ella. La estructura de la vida en la ciudad y las condiciones laborales le eran desconocidas y extrañas, y fue forzada a asumir responsabilidades de persona adulta sin serlo todavía.

Violencias que dejaron huella

La relación con la familia empleadora fue compleja: mientras Marcolina trabajaba en condiciones precarias y violentas, a su madre le hacían creer que vivía en la protección de un hogar. Marcolina recuerda cómo, inclusive, la familia empleadora tomaba decisiones sobre su propio cuerpo.

"Apenas llegué donde la familia empleadora, me cortaron el cabello sin explicarme por qué. Luego, me asignaron tareas de persona adulta. Dormía donde se podía: sobre cartones, en el depósito, debajo de las escaleras".

Además de la discriminación, Marcolina también vivió experiencias de acoso y violencia sexual, ejercidas por miembros de las familias empleadoras, pero no contaba con nadie que le ofrezca protección. El abuso sexual y la violencia de género fueron temas recurrentes en su relato, lo que contribuyó a su creciente desconfianza hacia los demás.

Las duras experiencias que vivió le dejaron secuelas psicológicas que afectaron su construcción de vínculos personales y sociales. Marcolina desarrolló una actitud defensiva, lo que la llevó a desconfiar profundamente de las personas y a no querer trabajar en entornos que pudieran replicar las situaciones de abuso que había vivido.

"Después de eso, ya no fui la misma. Aprendí a desconfiar, a endurecerme”.

Sin vida propia

Marcolina terminó la escuela, pero sus expectativas de futuro estaban limitadas: no había tenido la oportunidad ni el tiempo para reflexionar sobre su desarrollo personal. Su vida, sus planes, su privacidad y su tiempo fuera del trabajo del hogar eran prácticamente inexistentes.

"Los domingos podía salir a pasear un rato, pero no sabía a dónde ir y la calle me daba miedo. No tenía vida propia ni sabía tenerla. A veces, solo podía salir junto con la empleadora".

Mujeres construyendo su autonomía

El cambio en la vida de Marcolina ocurrió cuando, ya siendo madre, se acercó al Instituto de Promoción y Formación de Trabajadoras del Hogar (IPROFOTH) porque ofrecían un servicio de guardería para hijas e hijos de trabajadoras del hogar. Allí, accedió diversos recursos educativos, informativos y de apoyo emocional, lo que contribuyó a su crecimiento personal y la reconstrucción de sus relaciones. En IPROFOTH, aprendió sobre sus derechos y encontró un espacio para la sanación; por eso, decidió iniciar su vida como activista sindical.

"Conocí el sindicato, aprendí, me involucré. Sentí que por fin podía salir del fango. Empecé a quererme, a pensar en mi propia vida, a aceptar mis cicatrices y trabajar sobre ellas".

Activismo por las mujeres y las niñas trabajadoras

Hoy en día, Marcolina es una defensora activa de los derechos de las trabajadoras del hogar y una firme crítica del trabajo infantil. Ella demanda garantías para que las niñas tengan una infancia protegida y que las familias reciban el apoyo necesario para evitar que sus hijas sean explotadas.

"Las niñas deben ser cuidadas, deben crecer sin miedo, con oportunidades reales. Esa es su única responsabilidad”.

Subraya la importancia de erradicar el trabajo infantil mediante políticas públicas que incluyan educación de calidad y protección para las familias vulnerables; especialmente, en las zonas rurales y alejadas, donde no llegan los servicios públicos.

“Si no apoyamos a las familias, si no se capacita a madres y padres, seguirán tomando decisiones sin conocer los riesgos".

Por infancias sin trabajo infantil

Marcolina hace un llamado a la sociedad para que nunca más una niña se vea obligada a asumir responsabilidades adultas antes de tiempo.

"No más niñas tristes. No más niñas con vidas robadas. Cada etapa es importante para el desarrollo de las personas".

La historia de Marcolina es testimonio de una realidad que aún persiste. Su voz representa a miles de niñas que merecen otra historia. Una historia sin trabajo infantil.


*La Iniciativa Regional América Latina y el Caribe Libre de Trabajo Infantil es un espacio donde 31 países junto a organizaciones de empleadores y de trabajadores actúan de forma articulada para lograr la primera generación de personas libres de trabajo infantil en la región. Funciona con la asistencia técnica de la OIT, quien ejerce a su vez el rol de la Secretaría Técnica de la Iniciativa, y el apoyo sostenido de sus socios, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AACID) y la Agencia Brasileña de Cooperación (ABC).

Actualmente, la Iniciativa Regional está conformada por: Antigua y Barbuda, Argentina, Bahamas, Barbados, Belice, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Saint Kitts y Nevis, Santa Lucía, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela, junto con la Organización Internacional de Empleadores (OIE) y la Confederación Sindical de las Américas (CSA).

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